Perdidos en Asia (II)
Como decíamos antes, Tailandia cerró sus fronteras en marzo de 2020. Nuestra actividad principal, la agencia de viajes, tuvo que cerrar indefinidamente. Tratando de encontrar la formula para no tener que despedir a nadie, lo primera decisión fue que todo el staff se viniera a vivir a mi casa. Había que eliminar gastos y el pago de los alojamientos fue el primero.
Desde el primer momento empezamos todas las actividades que se nos ocurrían para no quedarnos parados: hicimos mascarillas para hospitales, ayudamos a los bomberos, y dimos de comer a 300 personas durante dos meses. Estábamos en ello, cuando recibí una llamada de un número desconocido. La misma persona que nos ayudaba a organizar las visitas a Myanmar previas al golpe de estado, nos pedía ayuda debido a la desesperada situación de los desplazados. ¿Qué diablos podíamos hacer nosotros, con nuestra empresa cerrada desde hace meses, con todo el staff viviendo en mi casa, sin perspectivas de ingresos, para ayudar a gente que está en otro país, un país en guerra civil, con las fronteras cerradas, con Chiang Mai en toque de queda, y con el miedo al virus?
Tras una reunión de todo el equipo, decidimos intentarlo. La primera decisión fue no utilizar el mismo contacto. En nuestra ultima visita a Myanmar vimos cosas muy desagradables en los poblados así que decidimos que dicho contacto no era confiable. Nos pusimos manos a la obra para tratar de solucionar el problema más grave, como pasar materiales de un país a otro. Contactamos con todas organizaciones conocidas, ninguna estaba haciendo nada en la zona. Nos encontramos con alguna que aunque estaba recaudando con ese fin, lo único que hacia era almacenar material sin repartir ni un gramo de arroz. Descubrimos el negocio que puede hacer con la excusa de la ayuda humanitaria.
¿Nos jugamos la vida?
La única manera de asegurarnos que el material llegaba a su destino era controlar todo el proceso, desde la financiación hasta la entrega de material a sus destinatarios en Myanmar. Eso implicaba cruzar ilegalmente una frontera militarizada, adentrarse en una zona en guerra, y tener que regresar a Tailandia. Por hacerlo más interesante, hablamos de la serva en temporada de lluvias. Decía que teníamos que controlar todo el proceso, lo que en ultima instancia implicada que uno de nosotros, uno del equipo, hiciera el mismo viaje que el arroz, es decir, cruzar la susodicha frontera. Esto implicaba desde tener problemas con la justicia en Tailandia hasta perder la vida en un encontronazo con el ejercito birmano.
¿Cómo se hace?
Lo primero es obtener financiación. No es sencillo porque, no nos engañemos, la suerte de los birmanos le trae al fresco al resto de seres humanos del planeta. Entre que no son noticia y que por su ubicación geográfica son poco molestos, no interesan a nadie. Otro hándicap es que no se podía hacer público lo que pretendíamos hacer.
El siguiente paso fue trazar la ruta de acceso. Nos costó mes y medio encontrar la manera de llevar los materiales desde Chiang Mai hasta Myanmar. En ese proceso se involucran entre 15 y 20 personas. Aunque por motivos de seguridad no dejare por escrito más detalles del proceso, tenga amable lector en cuenta que para entrar en Myanmar tenemos que tener el permiso de ejercito Karen, que ahora controla la zona, y tener una mínima garantía de que el ejercito Birmano no está presente en la misma zona. Un encontronazo con el ejercito birmano supondrá como mínimo la destrucción de la carga destinada a sus enemigos, los karen.
Los envíos se deciden con 24 horas de antelación. Tienen que darse muchas circunstancias favorables. En esas 24 horas, hay que comprar, reempaquetar los materiales y llevarlos hasta los almacenes situados cerca de la frontera. Desde allí, trasladarlos a Myanmar.
¿Por qué se reempaquetan los materiales?
Pongamos como ejemplo lo único que está presente en todos los envíos: el arroz. Se compra en sacos de 40 kilos pero en función del destino hay que cambiar el tamaño.
Si el arroz se va a llevar a un poblado donde hay un “jefe” se puede llevar en sacos grandes porque será el “jefe” el que se encargue de su distribución. Si el arroz se va a llegar a la jungla y a repartir entre familias, hay que preparar paquetes para dos o tres personas por lo que hay que convertir un saco de 40 kilos en 40 paquetes de un kilo. Siempre hay que tener presente que esas labores hay que hacerlas antes de entrar en Myanmar, donde hay pasar el mínimo tiempo posible.
También hay que tener en cuenta cómo y cuanta distancia hay que transportarlo en Myanmar. Si hay que moverlo grandes distancias y cargado sobre los hombros, hay que preparar paquetes con el peso apropiado. Desde uno de los puntos de entrega, en la selva en Myanmar, hasta donde se encuentran los desplazados, tienen que moverlo a pie, por la selva, cargado sobre los hombros, entre 5 o 6 horas.
¿Qué se lleva?
Como escribía antes, el único elemento común a todos los envíos es el arroz. El resto se decide en función de lo que piden. Se he llevado pescado en conserva, Betadine, noddles precocinados, sal, aceite de palma, azúcar, chocolate, galletas, protección anti mosquitos, tiendas de campaña, gasas, lonas, por poner algunas ejemplos.
Situación actual
Cuando se escriben estas líneas, España ha alcanzado casi 70% de la población con dos dosis de vacunas, Tailandia está alrededor del 7% y Myanmar el 2%. Aun sin creernos lo que nos cuentan desde la zona, no es difícil imaginar lo que está ocurriendo debido al virus. No tienen acceso a hospitales, la ayuda medica se recibe precaria y con cuentagotas, no tienen acceso a medicinas, a camas, y ya no digamos a oxígeno. Esto hay que sumarlo a la situación propia de un desplazado en medio de una guerra civil. No creo necesario dar más datos ni imágenes.
En cuanto al numero de desplazados, como decía al inicio, igual da que en total haya 20.000, 100.000 o 300.000, sea cual sea la cifra total, en la zona a la que nosotros vamos hay entorno a 3.000 personas.
Ninguna organización internacional de las conocidas está trabajando en la zona y nada hace presagiar que esa situación vaya a cambiar a corto plazo.