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Perdidos en Asia (I)

Hasta enero de 2020 habíamos visitado varios campos de refugiados birmanos en Tailandia, la mayoría están concentrados en la misma zona, y estábamos trabajando en planes para echarles una mano. En diciembre de 2019 nuestros planes cambiaron de golpe.

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Autor imagen: Eurasia Friends
Web referencia: www.eurasiafriends.org
Autor texto: Eurasia Friends

Repartiendo mantas en una aldea en el Doi Inthanon, el monte mas alto de Tailandia y a 100 kilómetros de Chiang Mai, el “alcalde” del poblado nos pidió que no repartiéramos en su pueblo todas las mantas que llevábamos, nos pidió que guardáramos unas decenas y las lleváramos a los desplazados karen en Myanmar, junto a la frontera con Tailandia. Que el jefe de un poblado donde la gente tiene escasísimos recursos nos pidiera atender las necesidades de un pueblo en peor situación nos dejó perplejos. Así lo hicimos.

En enero de 2020 visitamos tres aldeas, por llamarlas de alguna manera, en Myanmar. Estaban a escasos metros del rio que hace de frontera natural entre ese país y Tailandia. Son desplazados. Birmanos en Birmania, la actual Myanmar. Los desplazados son personas que huyen pero que no logran salir de su país, a diferencia de los refugiados. Los desplazados se quedan en el mismo territorio que controlan las personas de las que huyen.

En enero de 2020 fuimos dos semanas a España. El objetivo era poner los cimientos para la creación de una oenegé, y empezar a buscar financiación. Queríamos abrir escuelas. En este caso, la enseñanza era un asunto secundario. El objetivo principal es que los niños pasaran unas horas al día haciendo de eso, de niños, y que estuvieran bajo control, registrados. Aunque el registro de los niños no impide que acaben en manos de mafias, si lo dificulta.

Aunque no se trata de analizar lo que ocurre en Myanmar daremos algunas pinceladas. En Myanmar hay más de 120 etnias reconocidas. El control del país está en manos de birmanos. Las etnias se sitúan principalmente en la periferia del país. Curiosamente, la etnia más lamentablemente conocida, la rohinga, no es una de las etnias reconocidas por el estado birmano. El país estuvo por años bajo control militar. Tras 10 años de algo parecido a una democracia, un golpe de estado devolvió el control a los militares. Esto ocurrió en febrero de 2020.

La situación de los desplazados antes del ultimo golpe de estado ya era dramática así que la vuelta al poder de los militares no solo la empeoraba, además provocaba la llegada de miles de nuevos desplazados. El golpe de estado desembocó en una guerra civil. Algunas de las etnias disponen de pequeños ejércitos, que aunque mal organizados y con pocos recursos, pueden ser temibles en su terreno. El ejercito birmano atacó, y ataca, las pobres aldeas de desplazados. Un solo avión o helicóptero puede hacer estragos en las destartaladas casas e infraestructuras. Además, hay que hacerse una idea de los recursos sanitarios que tienen en mitad de la jungla siendo que hasta el acceso a agua potable es misión casi imposible.

No vamos a dar cifras globales, ni hablar de la situación del país, vamos a ceñirnos a las áreas en las que nosotros estamos trabajando. Tampoco vamos a desvelar su situación exacta para no poner en peligro la seguridad de las personas involucradas. Podemos decir que ambas áreas están en Myanmar, no muy lejos de la frontera con Tailandia. Para acceder a una hay que cruzar el Rio Salaweng, uno de los más contaminados del mundo tras su periplo chino, y para acceder a la otra hay que adentrarse en la jungla.

En una de las áreas, la que se accede cruzando el río, no sabemos el número de desplazados que hay. Nadie lo sabe con certeza. Casi todos tienen que estar en movimiento, sin poder establecerse, para evitar los bombardeos. Incluso los que están en aldeas con edificaciones, no están en su interior por la misma razón, éstas son fácilmente localizables desde el aire. Utilizan esas “casas” para resguardar a las personas que no pueden moverse por la jungla, las personas mayores y los niños.

En la segunda área, a la que se accede por la jungla, calculan que hay alrededor de 3.000 personas. No es número fiable porque es una población desperdigaba por la jungla, normalmente en familias o pequeños grupos de familias. Aquí no hay edificación alguna. Es una zona rodeada de cientos de kilómetros de selva a la que en situación normal ni hay nadie, ni va nadie, ni se espera a nadie. Hay que tener presente que hablamos de una zona en guerra, con todo lo que ello implica, así que obtener cifras fiables no es factible. Al no haber ningún organismo internacional trabajando en la zona, las cifras las proporcionan alguno de los bandos en conflicto y a buen seguro que son manipuladas, cuando no inventadas, para favorecer sus intereses.

Ambas áreas están en el Karen State de Myanmar, y ambas están “protegidas” por el Ejercito Karen, que son los que tratan de mantener al ejercito birmano lo más lejos posible.

Antes continuar deberíamos puntualizar que ni James Bond podría ayudar a los desplazamos desde Myanmar, así que como estamos lejos de las capacidades del Sr. Bond, nosotros lo haremos desde Tailandia. Y aquí esta la otra pieza del puzle, Tailandia.

Toda la ayuda que les llega a los desplazados les llega desde Tailandia así que hay que cruzar una frontera, pero no una frontera con su puesto de salida y entrada, no, no hay de eso en la zona de la que hablamos. Para colmo de males, a ambos lados hay check points militares. El ejercito birmano no quiere que nadie salga de su país, y para Tailandia es una frontera caliente al ser un punto de entrada de inmigración ilegal. Teniendo en cuenta la profesionalidad del ejercito birmano, los medios de que dispone, y después de haber visto el estado de las casetas y de los propios militares en los puestos de control fronterizo, uno tiene claro que cualquier cosa puede pasar en un enfrentamiento con ellos. Lo más probable es que esas casetas sean destino para soldados que osaron desafiar a algún cargo superior.

Y entonces llegó el covid. Tailandia cerró sus fronteras en marzo de 2020 y reforzó los controles en la frontera con Myanmar, y nuestros planes para la oenegé se fueron al traste.
En la frontera, los policías y militares que hasta ese momento miraban hacia otro lado permitiendo el paso de materiales, tuvieron, por su propia seguridad, que ponerse serios. Tailandia controló bastante bien el virus hasta diciembre de 2020. Como ocurre muchas veces cuando algo mal ocurre, echaron la culpa a los vecinos birmanos, y los controles en la frontera se endurecieron. La nueva Ley de Seguridad Nacional convertía en un delito gravísimo tratar de pasar las fronteras de manera ilegal. Para los birmanos no es sencillo pasar a Tailandia, aún así, son mano de obra barata en el país y cientos de fabricas se aprovechan de su situación. Los birmanos hacen los trabajos que los tailandeses no quieren.

Y ese aciago día, contesté el teléfono.

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